He atrasado el reloj con diez minutos
para llegar puntualmente tarde
a la cita que tengo conmigo en el andén,
espero no encontrarme
y haberme ido en el tren que parte a las seis.
Estaré esperándome solo en casa,
y mientras paseo tranquilo por la ciudad
encontraré una carta sobre mi mesa
donde me advierto llegar por la noche
para no desesperarme de esperar.
…
Creo que me iré a dormir,
me estuve esperando en el andén
pero nunca llegué,
y tuve que marcharme en el tren de las seis,
prometí llamarme una vez estando en casa
pero nunca contesté.
Estuve ansioso todo el día
me miré llegar a la hora de siempre
un poco apático, un poco insolente
como si algo me molestara,
así que preferí no discutir conmigo
y un poco confundido, me fui a acostar.
…
He recorrido la iluminada ciudad,
hice bien en no quedarme en casa
y no asistir como acostumbro al andén,
me he fastidiado demasiado
me discuto por cualquier cosa.
Espero separarme pronto de mí.
Ha llegado a casa
subí a la habitación y me miré dormido,
seguramente cansado de esperarme.
Escucho ruidos en la sala
me hablo, me pido acudir al encuentro
estoy dispuesto a enfrentarme.
…
Me miré llegar a casa
seguí de largo sin voltear a verme
pero me he llamado,
me he estado esperando todo el tiempo.
Me miro, es él, soy yo,
me he retado a una partida de ajedrez.
Coloco el reloj, su espacio es el mío
subyugando al tiempo que comparto,
su mente, mi cuerpo.
Estamos solos, yo, conmigo, ausentes
inquietos, como el peón que deslizo
y juego,
con la sombra de un hombre que ha muerto.
…
He despertado, sonrío.
Es mi cumpleaños,
hoy no pienso asistir a mi entierro.