Por un sendero angosto,
en una tarde de octubre,
ha desatado el aire su cabellera,
y ha desvestido a los arboles,
pintados de primavera.
La copa de la jacaranda,
ha perdido su color azul,
y en el camino que anda,
se posa un enjambre de tul.
El viento sopla fuerte
y del suelo que piso,
se levantan tornasoles remolinos,
dorados por los rayos del sol.
Las piedras se ausentan,
descansan bajo la niebla.
Tarde violenta que desdeña
los verdes montes,
tras la esperanza caída,
en lo oscuro del horizonte.
Y la luna que nace,
entre cortinales blancos,
llena de amores y cantos,
(galopa despacio
entre caminos de estrellas).
Y yo en este camino,
de tierras tan ajenas,
¡No podre volver a caminar con ella!