La idea de un Dios
detras de todo lo que existe
me atrae
es polen y yo una abeja
más aún
que ese Dios haya tejido
leyes inmutables e invisibles
para los que carecemos de altura
y el caos forme parte de su algoritmo.
Y es que imploro
a las fauces del destino
que si la carne de mi provincia
en la jurisdicción de mis huesos
figurará en la carta
que leerán los gusanos
en el restaurante que hace epicentro
en el desorden de mis sistemas
para deleite de su paladar
y supervivencia...
imploro
fervorosamente imploro
(no me da pena confesarlo)
que el post mortem
me confirme
que no solo hay polvo
ni alimento larvario
como me dice mi ciencia
mi eco aclama:
¡Ojalá algo más exista!
¡Ojalá no haya un final!