Zenser

8vo. Día (o Segundo lunes)

Aquel brillo candente proveniente de un ente permanentemente encendido, ardiendo y con una fiebre que contagia, dominaba la intemperie.

 

La fiebre ya había contagiado a algunos, los que habían convivido con aquel ente para no abandonar a quien calienta nuestra mezquina alma, suelen terminar en tragicomedia: con una calentura.

 

Empezaba a bajar la temperatura o el ente se alejaba marchándose a otra morada para ser atendida como un vástago a meced de la fiebre, de la cual no quería ser curada por las medidas profilácticas que eran ineficaces.

 

Brotaba otra fiebre, pero aunque no era ardiente, era algo cálida, pero más fría; podría decirse que esta enfermedad fue cura y virus, porque se llevo la vista para poder ver nuestras almas invisibles.

 

La jornada concluyo con un poco de fiebre. No se sabe si nos curamos al final o tendremos una recaída del que no se cuida del mal.