Era Domingo, después de un Domingo.
Todo parecía repetirse.
La lluvia persistente,
la palabra ausente...
Te debo tantas caricias
que siempre estaré en deuda contigo
pero hoy... no puedo tocarte.
Tu piel es áspera
y magulla mis manos.
Tus pechos arden
y el horizonte solo es humo.
Apenas deja entrever el sol
y yo tengo frío
de tanto quererte.