Miré a un mendigo
llorar ante la memoria
de sus recuerdos
__Mientras el dolor en su alma
colgaba de su soledad,
cómo corbata en su espalda
Más sus lágrimas apasionadas,
atadas, antes el suplicio de sus pupilas
cegadas.__
Aumentando así el llanto mío,
que apéna comenzaba atrofiar
el alma mía.
Sintiendo el tímido temblor, del silencio
en mis venas
Y el triste campanario de mis latidos
se inundó de penas.
Su mente navegaba en el silencio
de una luz alucinante
Dormía bajo el manto de escaparates
entre sábanas de periódicos
y almohadas de cartones.
_Sólo el llanto de aquel mendigo
me hizo entender el dolor ajeno
que para vivir conforme con uno mismo,
no necesitamos un mundo de lujos y riquezas,
solo hay que resignarse,
a lo que Dios quiera.__
Mis lágrimas no dejaban de caer
al piso
Sus manos extendidas parecían
al Cristo
Cuál sí fuera un niño hambriento
y sin abrigo
Rodeados de aquéllos utensilios
sucios y sumídos.
Su fábula triste cónternaba
mí corazón
Parecía un sacrilegio
vivir sólo
Más sus pies descalzos
calcinados
Y su rostro lánguido
Parecía al de un anciano.
Yo vi, a un mendigo
llorar ante el dolor de sus pésares
al ver sueños tirados, por los alcántarillados; por
un extravío del destino.
_Su memoria lúcida y su alma
transparente
Abandonadas por su sombra
! Oh, esperanza inútil !
Que de mí vida te has burlado
Dónde has estado , por largo tiempo?
que por años te he extrañado.__