Vienen hacia mí las orquestas de tus sueños
y tus sueños son horas ebúrneas bajo los olmos.
Como nunca del sueño vuelves,
entumecida, galerna, y traes ninguna voz.
Yo soy la ilusión, la armadura de la hora junto a tu calma
pero mientras duermes eres más tuya;
vienen de ti las manos genesíacas
y tus manos son de una paz silvestre
unidas a la cumbre, al tinte de los tules,
¡ah de ahí!,
en la tierra de los sueños
yo sembraré los olmos al lado de una loma,
tendrán la altura de mi sombra y mi denuedo.
Como nunca del sueño vuelves
que nada te ha dejado volver,
estás quejándote del sueño,
anclando tus manos hacia los atajos
y mi consuelo es pronto e indemne
pronto te canto de que es la gloria y el abismo,
te toco la flauta para quererte con el sonido
y espero el descuido de tu sueño .
Como nunca del sueño vuelves,
cae mi patriarcal voz hacia la espera
pero es mi suerte ser un refugiado
de la poesía y los acordes,
de ahí te pido el misterio del arrebol dilitante,
¿y por qué una canción no te abre los ojos?
Pero llamándote la cicatriz de mi voz vuelve a abrirse.
¿La herida, acaso es vida mía?
Tú solo perteneces al laberinto de la hora.