Me arrastré en ti y me quedó una pena
en el costado izquierdo, por los baches
anegadizos. Me arrastré - o me arrastraron.
La tierra abrió su boca y se tragó
el agua del camino. ¿Cómo
se tragaría mis huesos, mi reloj
incrustado en las venas? ¡Cuánta angustia
por los zapatos en el polvo arisco
agostados de miedo!
\"La muerte dio los muertos que en ella estaban\", pero ya
comidos hasta el meollo, sometidos
a una intransitiva digestión.
Bromea
el Creador, pero ellos no lo entienden.
Se repuso su máscara, después,
con chabacanería o sin ella,
trastrocando los cuerpos.
Nos sentamos
(con ojos de vista impropia y manos dispares)
esperando la fogata y el cielo
ardiendo
y la gran fiesta de la carne, de la fastuosa carne,
de la espléndida carne, muerta
y renacida,
triunfadora.