Cae la noche en el invierno de mi alma,
miro firmemente aquel cielo colmado de estrellas y calma,
recuerdo los días en los que con confianza vivía
y la diferencia que hay ahora con mi cobardía.
Recuerdo las ganas de salir de la jaula,
la lucha impaciente de pensar diferente,
de desvestir mentes en lugar de cuerpos y disfrutar esa acción de forma irreverente,
miro ahora de frente a la soledad implacable de un vivir tolerante
y una persona ausente en un mundo miserable.
Leo algunas letras que un día escribí, arrojando cada una a la hoguera del olvido,
dejando marchar la necesidad de sostenerme en la vivido,
pero jamás olvidando que tendré que morir
y en la espera de ese hecho decidí ya vivir siguiendo el camino que algún día elegí
desde aquel momento en que finalmente me conocí.