No me cuentes soledades,
viento que congela el alma,
no me cuentes tenues sueños,
de inquietudes o de calma.
No me cuentes alegrías,
nacidas en el corazón,
no me cuentes los deseos,
que desbordan la pasión.
No me cuentes los abrazos,
regalados sin medida,
no me cuentes las caricias,
que tus manos dictaminan.
No me cuentes las canciones,
que pasean por tu mente,
no me cuentes dulces besos,
que se absorben lentamente.
No me cuentes las nostalgias,
que humedecen las pupilas,
no me cuentes las sonrisas,
que hacen florecer la vida.
No me cuentes mansas lágrimas,
que desbordan emoción
no me cuentes negros miedos,
que obnubilan la razón.
No me cuentes nada de eso,
ni siquiera el pensamiento,
no me cuentes pura vida,
aprésame en tus sentimientos.