rosi12

La crédula

Anastasia acababa de cumplir treintaidós años cuando se encontró, que sus novios hasta al momento habían sido una farsa.

Le dijeron que la amaban ,cuando en realidad no sabían más que ver delante de sus narices y las piernas largas de Anastasia que se levantaban como dos columnas que coronaban sus perfectas redondeces.

Su madre le había siempre dado recomendaciones en cuanto a sus relaciones amorosas, que ella por supuesto había desdeñado y había hecho absolutamente todo lo contrario, su hermana se había cansado de hablar con ella, era un par de años mayor y tenía todo muy claro, los hombres siempre mentían en cuanto a sus sentimientos y no se dejaba atrapar por ellos

Anastasia que ya tenía un nombre con muchas connotaciones, al que le involucraban amores de novela, lejos de la realidad ,posaba sus zapatos lejos de la tierra. Ella quería seguir creyendo en su príncipe azul de cuentos , que la llevaría en su caballo blanco por el bosque de sus sueños....

Por eso cuando conoció a Tom, se dijo muchas cosas de él, que era así o quien sabe como mas ella prefirió verlo como en  su ideal platónico y encantado, que  indefectiblemente como toda cosa irreal terminaría mal, en una nueva desilusión.

Cuando apagó las velas de su pastel de cumpleaños, había cerrado sus ojos y muy fuertemente había pedido sus deseos, como aquel cuadro que había pintado su padre cuando ella tenía seis años y la retrató frente a la glorieta, entre glicerinas y azucenas.

Volvió a crujir sus nudillos y frente al espejo dijo-no ya soy mayorcita para repetir esta sucesión de conocer gente rara.Claramente no ayudaban sus compañeras de estudios o sus amigas que estaban más o peor en este tema, sus consejos no terminaban bien por lo general....

A veces tenía tal despiste en cuanto a su vida que tiraba una moneda al aire para deslindar responsabilidades y que el azar fuera su amigo...

Por cierto que los azahares, que rodeaban su ventana, le traían una aroma a cielo y a noches fulgurantes que había pasado con Tom.

Sonó el timbre , quien sería a esta hora de la noche, que tarde , pensó para visitas. Esther , no descansaba bien últimamente, su compañera de estudios y sabía que ella era experta con las manos, le dijo - oye sabes tengo una contractura fatal y quería si todavía tenías aquella pomada relajante.

Si adelante pasa pero no cierres la puerta, que yo iba de camino al veinticuatro horas que tengo antojo de chocolate, quieres algo le preguntó -no gracias , te espero aquí tranquila...

Cuando bajó la escalera, otra vez el pensamiento de Tom , le arrebató sus palabras nuevamente- lo siento , pero no podemos seguir juntos, ya no siento lo mismo por ti, esas malditas palabras habían sido el detonante de que ella estuviera tan triste y estaba aumentando también de peso ya que el consuelo del chocolate estaba tomando forma en su cintura.

Ahora que le dio el aire fresco de la noche tomó coraje y lo llamó a Tom, y le atravesó como una daga quiero hablar contigo...

CONTINUARA...