Bajo la sombra de un cielo terso
luego los rayos en el maíz,
un pavo rudo rompe el silencio
y una mulita de negro intenso
bajo los curos duerme feliz.
Un joven siempre anda ligero
con su bayeta y su costal:
otros sin zapatillas y sin esmero
y con la suerte de aventureros
saquean los frutos del cambural.
Muy sonrojado esta el abuelo
que apenas anda con el bordón,
y con su traje de buena estampa
hace tertulia de silba y canta
y saca bebida de su cajón.
En los panales la miel se pierde
muy bien copadas en un barril,
sin el silencio la abeja muerde
y el patio las grieta germen
las ramas fresca de perejil.
Juntas las manos y con decoro
sobre cajones el blanco tul,
y con empeño ruegan en coro
por escaleras copas de oro
y al rededor de la santa cruz.
Y de mañana la abuela reta
las llamas fuertes en el fogón,
para el ajiaco y el queso en cesta
que en una mesa de puerta a puerta
degustaremos en el sillón.
María Valero.