Atrapado en una mirada que provoca,
que es veneno en dos sonrisas inconscientes,
en sonrisas “inocentes”.
Una mirada callada, caricia enmascarada,
soñadora de mentiras.
Un instante para vivirte en la distancia,
sin miedo a descubrirte,
lejos de los riesgos de quererte,
pues no quiero saber lo que sé,
no quiero saberte.
No quiero matarte en mi presente por tenerte.
Con temor a acariciarte y abandonar mis manos
en tu clandestinidad, en las malas decisiones
de un corazón que abdica a la cordura;
lastimado, casi ciego,
que late una verdad sin palabras y es
tan mudo como el mío.
Quiero tenerte como una idea incalculable,
sin bordes, sin el límite de la razón o
los pecados por amores.
Para no estropearte al sentirte mía.
Para no saberte suya. Para no soñarte.
Prefiero llevar tu alma como una idea lejana,
tocarte con mis ojos y beberte con mi calma.
Aunque duela
desearte a la distancia de una mirada sensata,
en donde sé que nunca podré hacer de ti,
una realidad que mata.