Ya no me alegra
la luz en mi ventana.
La noche negra,
la noche vana
sin tu voz que me nombra
o que me llama
es una sombra,
una sombra de insomnios.
Sobre la alfombra
del dormitorio
deambula tu recuerdo
convocatorio.
Ya no me acuerdo
cuándo llega la hora.
Ya no me pierdo,
no me devora
tu voz restauradora
en las auroras.