enamorantium
Veo en sus ojos brillar la luz del mediodía
cuando los cuervos de humo regresan al olvido,
será que en su pasado yo no tuve cabida
y en mis escudos tiembla su corazón ceñido.
Subida a sus tacones me contaba secretos
yo sufriré enjaulando, día y noche, a Cupido.
Yo la rozo levemente, largamente yo la pienso
voy a no descomponerla, por bandera, por oficio.
Creer desearía que nada es imposible,
que vivir se pudiera enjaulando latidos
y soñé con tocarla en la piel sin herirme
ocultando al oráculo corazones partidos.
Ahora, miedo a la torre y a la campana de oro,
yo tengo miedo porque cada instante consigo
es una brasa blanca que crepita en lo hondo
y velozmente en polvo se esfuma por castigo.
Por eso temo al tiempo que sin quererlo crece
igual que en la mirada el amor recién nacido
viene a los ojos y entra y dentro permanece
y allá en lo interno vibra, duele, está conmigo.
Le tengo miedo al tiempo que sin pausa camina
sorbiendo los encuentros ardientes y furtivos,
miedo a que crezca y pase nuestra azul fantasía
como una primavera sobre un jardín de lirios.
Autor: Doblezero