Del libro La Vida es viviendo
De tanto quererte, mujercita,
mi mundo se volcó a tu cielo,
respiro el olor de tu vida
y miro por tus ojos bellos.
Mi barrio está en tus avenidas,
la ruta que me sirve es tu anhelo,
la puerta de mi casa es tu caricia
y el sol por la ventana es tu beso.
De tanto quererte, mujercita,
le doné mi corazón a tus secretos,
invertí hasta la última sonrisa
apostándole a una historia en el silencio.
Hoy sonrío sin ninguna prisa,
recupero mi inversión a besos,
te dedico todas mis caricias
y te guardo todos mis deseos.