* Madrid, España.
Septiembre 24 de 1995.
DESIDERÁTUM…
¡LA FELICIDAD!
Aquí estoy, Señor, a tragos lentos,
sorbiendo esta copa de amargura.
A ti te ofrezco todos mis tormentos:
¡Convencido que me lo pagaréis con dulzura!
He descendido, Padre mío, a los infiernos,
para mirar de cerca el horror y la locura
y he comprendido que no podrán privarnos:
¡De la verdadera libertad y la hermosura!
Porque no existen muros ni barrotes
Que al alma envilezcan y pongan cautiva,
a ésta no la reducen con oprobios ni azotes:
¡Ya que no es de mortales destruir lo de arriba!
Le pusisteis esposas a mis manos,
más no os interesasteis por mis alas,
porque los sofisticados aparatos humanos:
¡Tampoco podían fácilmente detectarlas!
Jamás podrán verse con los ojos,
mucho menos habrá quien pueda aprisionarlas,
son inmunes a las celdas y los cerrojos:
¡Y sólo la inteligencia puede acariciarlas!
¡He visto, aterrorizado, a cientos de hombres!
en un ergástulo, apiñados, padeciendo ludibrio,
sometidos por otros hombres pagando sus errores:
¡Pero enhiestos luchando sin perder el equilibrio!
La fusión de estos seres es un poema onírico,
Para dar fe de ellos allí me visitó el estro,
Despiertan los espíritus con aleteo lírico:
¡Y al remontar el vuelo entonan el Padre Nuestro!
Fui conducido por el túnel de todas las pesadillas,
Pero del otro lado me esperaba la blanca luz,
Pronto disfrutaré, gozoso, las maravillas:
¡Y ascenderé como gaviota, la tierra para el avestruz!
Podrán con abyección martirizarme el cuerpo,
pero mi esperanza, incólume, verá el tiempo pasar,
con la mente las altas cimas yo escarpo:
¡La felicidad es mi meta y la voy a alcanzar!
Quien se encuentre exento de mácula
que arroje, sin temor, la primera piedra,
por ósmosis el perdón no se inocula:
¡Y el bálsamo no encontraréis en la hiedra!
Es falible la justicia de mi especie,
Con suma sencillez mudan nuestros pareceres,
No importa que un juez terreno me desprecie:
¡Sólo a un ser supremo yo rindo mis honores!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino.
Época terrible, pertenecí al Comité por la Defensa de los Derechos Humanos, en mi país. De quince miembros fueron vilmente asesinados trece. Los dos restantes fuimos sometidos a tortura y prisión, por el cargo de “Sedición”, esto es, delito político. Todo por defender la verdad, la vida misma. ¡¡¡Ay, todavía no sé cómo hice para tejer estos versos, en una oscura celda!!!
Así es la vida del poeta, comprometido con el momento histórico de su pueblo, su tierra. Pague un elevado precio por defender a mi gente, del terror.
* Estando exiliado en la hermosa Península, la que por algunos años me brindó su cobijo y protección.