El color cálido dominaba los grises de aquellos pedazo de papel terroso, por arriba azul, por en medio, aquel amarillo luminoso; y por abajo, un gris claro.
Ha cobrado mayor intensidad el amarillo iluminante, tanto que el azul, ya casi se mezclaba para formar praderas frescas.
Ahora que el amarillo ha perdido un poco de brillo, quedando lo suficiente para ser autónomo, se mezclaron éste u el azul para hacer ondas de color radiante refrescante.
Ni amarillo, ni azul; solo queda el negro, solo y frío, con el don de hacer atractivo y temido a los que se paren lo justo o lo excesivo, respectivamente.
Con frio y a oscuras, el café, y solo él, nos caliente el alma; y tus labios son el rojo vivo de mi fogata.