¡Oh! cuánto dolor
el que te quiebra, suelo,
donde crecí y donde morir debo…
Surcan lágrimas de furor
que angustian tus entrañas
cielo, de nubes pleno..
Miseria, la del espíritu,
y la codicia que encadena
tu ciénaga, donde mora la bastardía.
Rabia, la del que ciego
tuvo un día su fe puesta
en el resplandor de tu frustrado destino.
Sacúdete, y rompe la apatía
sangre envilecida
la que, por tu corazón circula.
Hazte en las venas un grande tajo
y que se derrame
sobre las lágrimas de las madres
un torrente que aniquile
a tanto cobarde bufón de pantomima
que luce sin honor
la escarapela de la patria.
Copyright © Rodolfo Dondero Rodo
22.03.18