De torpeza en torpeza caigo cada día
desde que dijiste que ya no me querías.
Cerré mis anhelos para borrar mi mente,
aunque no he de ignorar lo que el corazón siente.
Asqueado de vivir despierto en las mañana;
el ver que tú te has ido es lo que me desgana.
No sé qué fue eso triste que te hizo despojarme
de todo tu amor, para al final dejarme.
Pero sigo soñando con tu feliz regreso,
aunque sea más probable que muera en el proceso.
Yo siempre dije todo lo que por ti sentía,
pero jamás pensé que tú no me querías.
Algún día, yo lo sé, tú vas a arrepentirte
de haberme abandonado, de hacer lo que me hiciste.
Y cuando te arrepientas, quizá ya sea muy tarde;
quizá yo ya esté lejos, y no puedas hallarme.
O tal vez esté muerto, durmiendo en el silencio,
y sólo mi recuerdo vendrá a tu pensamiento.
Voy a dormir ahora en un silencio triste,
en ese que dejaste desde el día que partiste.
Quizás no fue tu culpa, quizás ha sido mía;
aún si fue mi culpa, yo pensé que entenderías.
¡Qué va! De nada valen palabras susodichas
que solo me han colmado de pena y de desdichas.
Mejor voy a dormirme en un silencio triste,
en ese que dejaste desde el día que partiste.
Y así, cumpliendo años de vida y de muerte
iré muriendo tarde, quizá muy lentamente.
No sé qué harás también, durmiendo el silencio…
No había necesidad de estar viviendo en esto.
Quizá mañana estemos, al fin, los dos ya muertos
y dormiremos juntos en otro cruel silencio.