Como dos mariposas muy sutiles
en su cuerpo mis manos se despliegan,
y sus labios, mis labios los anegan
con mis besos sensuales y febriles.
Contemplando sus formas juveniles
do los fuegos de amor, con luz navegan,
sus gemidos tan cálidos sosiegan
mis instintos ardientes y viriles.
En la danza tan dulce del anhelo
desbordante se siente el fuerte espasmo,
que convierte el deseo en gran riachuelo
que converge en el lago de su orgasmo;
y desnuda, mirando para el cielo,
en su rostro se nota el entusiasmo!
Autor: Aníbal Rodríguez.