¡Cuánto siento de menos la dulzura!:
de tus ojos recóndita mirada,
de tu alma generosa y apasionada,
a que me até con fuerte ligadura.
¡Y cuánto frenesí tu amor procura!:
te entregabas la noche a la alborada
con caricias y besos desatada,
y yo correspondiendo a tu ternura.
Mas siendo para mí lo más amado,
por tu ausencia, locura estoy poseso,
y a cada instante sangro en honda herida.
Pues, sin tu amor, me encuentro derrotado,
esperando anhelante tu regreso
que le dé nuevas alas a mi vida.