Estás en mi tiempo
de mi suerte echada,
en el pensamiento
y en mi calle ancha.
Y en los jardines secos
que suplican más agua
y en mis paseos y juegos,
en la acera mala de mi plazuela.
Y en la tibia luz de mi noche negra,
en el amanecer de mi norte húmedo,
en el rocío de mis hojas verdes
y en los remolinos en el horizonte.