Una tarde de lluvia,
en un día cualquiera,
el invierno se acaba
y la nieve está cerca,
los sentidos se enfrían
y las manos se quejan,
pero el soplo divino
no congela las letras,
y es entonces que ocurre
y así surge el poema,
entre versos mascados
y recuerdos con huellas,
plenitud de palabras,
mariposas que vuelan,
multitud de emociones
que desbordan las venas.
Una tarde de lluvia
recordé la inocencia
de aquel tiempo pasado
y perdido a la fuerza,
porque corre la vida
y pasamos por ella
y perdemos la infancia
aunque a todos nos cuesta,
desprendernos de sueños
y también de quimeras,
donde todo es posible
en las mentes que piensan,
y en los niños, sin duda,
las jornadas son fiestas,
los instantes segundos
de dar vueltas y vueltas.
\"...Una tarde de lluvia
nos salimos afuera,
a la calle y al mundo,
a escuchar sus respuestas...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
19/03/18