“Cuando muera y me vaya de aquí/ y Dios me tienda su mano,/ me dirá que si he vivido para amarte a ti,/ no habré vivido en vano”.
Llegará el día en que no escriba,
que no haya musa, que no perciba
cosas de la vida que logro percibir.
Un día en el que de tanto envejecer,
sin memoria ya me sea difícil saber
si algunas historias las llegué a vivir.
Llegará el día que ya ni cantar pueda,
día en el que no sienta que se queda
en mi piel la sensibilidad de antes…
Cuando ya no eleve mi vista al cielo,
ni exista dentro de mi alma un anhelo
y los astros no los vea tan brillantes.
Llegará el día en que no habrá sonrisa,
que nada notaré en el soplo de la brisa
yo, que era fiel traductor del viento;
un día en el que al espejo me miraré
y que me veo mejor o peor me diré…
y no sabré si digo la verdad o miento.
Llegará el día cuando poeta ya no sea,
que las cosas bellas por ver no las vea
y sin tiempo de dedicarme a otra cosa,
me siente sólo a ver los pájaros volar,
pero ya ni a eso le llegue a encontrar
motivos para hacer una poesía hermosa.
Llegará el día cuando no habrá más días,
será el final de mis tristezas y alegrías
y simplemente habré muerto y lo sabrás.
Si no dejas que tu alma por dolor sucumba,
te acercarás algún día a visitar mi tumba
y en alguna parte, tu nombre lo leerás.
Tú que pensaste lo que nunca pensé yo,
en olvidar… seguro dijiste “ya me olvidó”,
el día del olvido creíste no poder evitar.
Tal vez le achacarás la culpa al destino,
por tanto tiempo en la orilla del camino
esperando el día que nunca iba a llegar.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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