Enterraré mi sonrisa bajo la arena
para que la pise la gente al caminar;
por que duele ver que tú, que eres tan buena,
lleves tan duro penar.
No tengo derecho a sonreír mientras tú lloras
la pena de tu pecho,
donde te duelen las horas;
no, no tengo derecho.
Y es que es tan grande mi impotencia
al momento de querer ayudarte,
que solo me queda la paciencia,
aunque sea para escucharte.
Que Dios te de las fuerzas para aguantar
la pena que hoy te tiene,
yo, contigo he de llorar,
mientras la salud te viene.
Autor:Bernardo Arzate Benítez