La lluvia o tu.
Ayer mientras llovía, pensaba en ti.
En ese tiempo, que el destino quizo terminar.
El viaje que no pude evitar,
tu imposibilidad de acompañar mi locura.
Mi respeto por tu libertad y el tuyo por la mía.
Algún dia sabremos, si en vez de respetarnos,
debimos faltarnos al respeto, olvidar el glamour
y amarnos desenfrenadamente, como lo prometias…
Siempre que llovía, decidíamos caminar bajo la lluvia,
pero tan solo nos empapábamos de agua y el amor esperaba…
Esperaba un día en que no debieras vestirte de carrera
y volver a casa a seguir posando de madre dedicada.
Ya crecerán, se irán y seré tuya para siempre… decías.
Fueron muchas lluvias, promesas…y muchas esperas.
quería encadenarte a mi amor, a mis caricias…
pero tu querías ser libre, solitariamente libre,
Te propuse acompañarme, en esta extraña aventura,
prometiste pensarlo y quizá volar a mi lado.
Han pasado tres largos años y todo evoluciona.
El invierno cada vez es más largo y frío,
como mi soledad de ti, desesperante y tediosa.
La lluvia engarrota ya no solo el cuerpo… el alma.
Por eso, cuando llueve pienso en ti, en tu ausencia
Y recuerdo tu frase… “adoro la lluvia por romántica”…
Pero hoy no se si la lluvia es la romántica,
o era tu mano aferrada a la mía, trasmitiendo calor.
Tu risa cuando al saltar un charco, caías en medio,
tu aroma a “jazmines mojados” como te decía y
que te causaba gracia, entonces me mojabas aún más,
sacudiendo la cabeza, con tu negra y perfumada cabellera.
Tu desafío de bailar descalzos una zorba,
como “pingüinos pecosos”, en la hierba encharcada.
Si la romántica es la lluvia, porqué me siento triste,
la lluvia es pertinaz por esta época aquí…
Pero ya olvidé la tibieza de tu mano,
la música mágica que era para mí tu sonrisa,
la dulzura de tu voz, diciendo a mi oído: te amo,
y luego el mosdisquito en mi oreja y tu risa traviesa.
El brillo de tus ojos de ébano, siempre vivaces.
La blancura y firmeza de tus prometidos senos…
No, mi cielo, la romántica no es la lluvia,
La romántica eres tú y tus promesas de amor,
que me mantienen sentado en frente de esta ventana,
con la incertidumbre del momento en que aparezcas,
con las primeras gotas del próximo aguacero,
a solo cumplir una promesa, la más sencilla de todas,
amarme cuando llueva… para calentarnos
y cuando escampe para eternizarnos.
Ron Alphonso
25 de marzo de 2018