Yo tengo aquí una vecina
que, por cierto, es muy curiosa,
y se asoma a la ventana,
en la tarde y la mañana.
Su mente es algo fértil
imaginando cada historia
creándose las ficciones,
que enraíza en su memoria.
Al pasar frente a su casa
parece estar muy cerrada,
no lo creas, ahí está ella
escudriñando al que pasa.
Me hago un poco la loca
y para chivarla un pelín,
me acerco hasta su jardín
para arrancarle una rosa.
Ella salta rauda y fiera,
¿adónde vas con la tijera?
con mis rosas no te atrevas,
pero doña ¿dónde estabas?
La miro yo desconfiada,
¿es que estabas tras ventanas?
¡no de eso nada! Y enseguida,
muy picada me responde algo
entonada:
miraba por si el cartero
dejaba afuera un paquete
aún espero al muy zoquete,
¿Y tú porque me reclamas?
Doña curiosa me empuja
sacándome del jardín
para seguir en su cosa,
no pone freno a su prosa,
¡hay que señora tan ruin!