Tú eres, el terciopelo y la rosa
que viste y desviste el instinto,
el tallo y la espina, que vulnera
la carne, y el rincón más íntimo.
Tú eres, el pétalo extraviado,
que el viento trae al seno impaciente,
abriendo el jardín a los placeres.
Tú eres, la abeja y el néctar,
el vicio y la unción, con que los labios
devoran la piel, y ruegan a Dios.
Tú eres, la moral y el pecado,
abandonado y franqueado
sobre un cuerpo caliente,
que vibra y gime, obsceno y sagrado.
Claudio Batisti