Ya lo dijo un poeta,
y voy a repetir en este espacio
las letras incompletas
que una vez escribió el querido Horacio:
Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida misma es como un canto.
Si se calla el cantor muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.
¿Cuánto vale un poema?
¿Cuánto vale el servicio
de rescatar a los que están en pena,
de acompañar la soledad suprema,
de solidarizar el sacrificio,
salvar del precipicio
a aquél que sufre la pobreza extrema
denunciando los males del sistema
con este noble oficio?
Que no calle el cantor, porque el silencio
cobarde apaña la maldad que oprime.
No saben los cantores de agachadas,
ni callarán jamás de frente al crimen.
Horacio amigo, como aquél Horacio
que acompañó en la rota Dinamarca
al príncipe doliente.
Que tus letras inspiren las valientes
canciones de la gente
que quiebran los designios de la Parca.
Que saquen al monarca del palacio
para que de repente
sin advertencia, exordio ni prefacio,
tus canciones alienten
un viento de justicia que es la marca
del huracán ardiente
que llegará despacio,
inexorablemente,
a curar las heridas del sufriente
con un amplio ademán, que todo abarca.
Que se levanten todas las banderas
cuando el cantor se plante con su grito.
Que mil guitarras desangren en la noche
una inmortal canción al infinito.
Que cada daño, cada melancolía,
cada herida secreta,
cada necesidad de compañía,
cada tristeza, cada desarmonía,
cada suerte incompleta,
cada visión sesgada del esteta
que precisa orientar su fantasía.
Los llantos del planeta.
Los que no se han llorado todavía.
Cada vida vacía.
Que encuentren al poeta
que pueda redactarles su poesía.
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