Te has convertido en mi titiritero, y a mi corazón, en tu marioneta
de hojalata, jalas sobre mi… mis ilusiones, desprendes de mis
raíces la quimera de este amor que brota de a pocos, me elevas y
me relegas ante un festín de efigies extraños, somnolientos entre
la multitud, pero hambrientos de emociones.
Llenas sus vacíos con mis brincos forzados, jalando parte de mí
y también de ti, pero siendo yo quien te sostiene, nos paseas
alrededor de ellos, siendo tú el gigante entre nosotros, bailando
entre el recelo de nuestro cielo…
Te has convertido en mi titiritero, y a mi razón en la demencia,
son tus pasos agigantados y tu juego el ser más vil y sempiterno,
este disfraz que nos cubre empieza a plañir junto al llanto de tu
pecho.
Falta nada para que culmine el espectáculo, y mi número del sin
sentir, arrastras de nosotros las pocas fuerzas, perenne es el grito
del señuelo, pero aún sigues elevando mi esperanza, sabiendo
bien que va a morir.
Te has convertido en mi titiritero, y a mi esencia en tu consciencia,
taciturna y pasajera, sin turbas ni sensiblería, bailando sin ritmo
como un monigote, mi brisa se adelanta en desollar mi ser para
rebozar tu suplicio, ¿aún dudas de mis pasos?
Te has convertido en mi titiritero, y a mi corazón, en tu marioneta
de hojalata…