Cálida noche oscura.
Templada primavera.
Fría luz que en el día,
ilumina fronteras.
Negra sombra escondida.
Una negra condena.
Escabrosos caminos.
Cada paso una pena.
Cada pena una arruga,
en el mapa que lleva.
Cada arruga un tropiezo,
en la trampa que acecha.
En silencio la marcha.
Porque el hambre no deja,
que las voces emerjan.
Como cartones viejos,
las gargantas se secan.
Las ropas se desprenden,
como ajadas madejas.
El dolor se refleja,
en las torcidas muecas.
Rictus de pesadumbre.
Como una enorme grieta.
Con el peso ciclópeo,
de escasas pertenencias.
Un sonido estentóreo,
en su interior se gesta.
Arrinconada queda,
la dignidad maltrecha.
Con el presente roto.
El opresor pasado,
de sonidos de guerra.
Masticando el azufre,
en sus bocas resecas.
Sin futuro que lata,
en sus delgadas venas.
El camino es angosto.
El cansancio ha vencido,
a los frágiles niños.
Cubiertas sus caritas,
de estupor y de arena.
Una media sonrisa,
a su pesar se muestra.
Que la sangre del Hombre.
Hirviendo en sus arterias.
Como un tambor golpee,
su dormida conciencia.
Corazones de piedra.
Nadie lleva consigo,
fútiles pertenencias.
Cuando en el otro lado,
solo viste la tierra.
No enriquecen las joyas,
las cabezas vacías.
Ni se nutren las mentes,
con loas y prebendas.
La bondad no se compra.
Ni el amor se subasta,
en mercados y ferias.
No se vende el respeto.
Ni en el mercado negro,
se adquiere la conciencia.
La Tierra no es de nadie.
A todos nos acepta.
Su riqueza es la vida,
que en su seno se crea.
Y nunca excluye a nadie,
que la cuida y respeta.
Ábranse las conciencias.
Hablen los corazones.
Pues la guerra es un signo,
de derrota y miseria.
La humanidad ha fallado,
si violencia es su lema.
A. L.
http://alupego.blogspot.es/2