Era un viejo árbol cargado de historia
yo siempre lo veía, siempre estuvo allí
Está en el recuerdo, lo guardo en mi memoria
Debió estar presente al parto cuando yo nací.
Junto a su gran tronco jugaba de niño.
En el grabé el nombre de mi primer amor.
Y descubrí el goce que brinda el cariño,
y por todo ello allí alabé al Señor.
Bajo él jure a Anita, mi novia quinceañera
el amor más puro, amor de juventud;
era una muchacha alegre, linda y sincera,
de las que poseía, su principal virtud.
Fue transcurriendo el tiempo, pasaron los años.
Año tras año juntos me fue viendo crecer.
Testigo de mis triunfos y mis desengaños.
Con el paso del tiempo me vio envejecer.
Y a aquel viejo árbol cargado de historia,
un aciago día, un rayo abatió.
No resistió el impacto, fue causa notoria.
Partido por el rayo aquel día murió
Y cuando donde se hallaba me acerco y cejo,
viendo el gran agujero que dejo al caer,
cansado, deprimido, enfermo, solo y viejo,
deseo de echarme dentro he de contener.
Barcelona, 26 marzo 2018