Ya no vuelve más mi mano a su seno,
ni mis labios a probar su dulce miel.
Ya se seco el rocío que mojó su piel,
y me embriago con su amargo veneno.
Es difícil aceptar lo que un día
fue, y hoy, en este presente tan incierto,
luce un panorama tan cruel y cierto,
que llena al alma de melancolía.
No vuelve a pensar mi ser en olvido,
ni a recordar aquellos días de ayer,
donde mi mano te acaricio mujer,
y hoy me queda el recuerdo que se ha ido.
Ya no vuelve mi mano a recorrerte,
y me acongojo suave y lentamente,
ya no tengo tu cuerpo en mi presente,
hoy a mi lado posa… la fría muerte.