Desde siempre corre el agua marina
sobre el dorso plateado de los peces
donde las sombras de las alas de gaviota
danzan al compás de la corriente
Bajo el terso tapiz de las arenas
aguardan invisibles las caracolas
abrigadas con el sol del equinoccio
para salir en la noche a enamorar la luna
La fragancia salina de la brisa
violenta el resplandor sereno
llega con voz iluminada en el silencio
a esculpir la espuma de los mares
Allá, en el campo de arcoiris
- entre valles de hamaca reluciente -
la noche vuelve su espalda
para mirar las playas de arena blanca
Desde nuestra orilla pintamos el mar
con peces volantes y lunas crecientes,
sembramos los valles con sueños de acuarela
que aún guardan los surcos del pasado
< ilusiones bordadas con hilos de esperanza verde >