Rodolfo Guevara

Una breve carta.

 

Cuanta vida e intensidad puede caber en unas pocas palabras, en contados renglones apilados uno sobre otro en un pergamino imaginario, blanco como tu sonrisa y terso como tu alma, palabras vibrantes como las cuerdas de una guitarra en el preludio de una serenata, pero a la vez suaves como el roce de un pensamiento.

 

Estas líneas son intensas, no por lo que yo pueda decir, sino porque ellas te describen, te nombran, hablan de ti... aún cuando sea yo quien las escribe me hablan a mi mismo de ti, tallando una y otra vez la silueta de tu recuerdo en mi memoria, cincelando tu nombre en el voluble mármol de mi alma y verbo.

 

En estas palabras estás tan presente y viva, que al terminar de escribirlas... te he de querer más de lo que te quería antes de comenzar... solo el pensarte, el nombrarte en silencio, el vestir mi desnuda retina con el recuerdo de tu imagen... hace que te quiera más y eso... sucede en cada instante, porque tu eres inseparable de mi pensamiento, por que más que pensarte... tu eres mi pensamiento.

 

Cuanta vida e intensidad, amor y ternura; se desprenden de mi hacia ti, en estos instantes de mi vida; son vida que deja mi ser para buscarte y llegar a ti... nunca mi hoguera ha de quedar sin un leño encendido, porque basta cerrar mis ojos y sentirte; mi alma se llena y se reboza de toda tu y de todo lo que me haces sentir.

 

A esta hora dejo ir estas pocas palabras y renglones hasta ti, con gran intensidad... cuando las leas creeme... creeme, que te estoy queriendo mucho más que cuando las escribi por y para ti.

 

De ti siempre...