Hoy… Su cruz no descansa sobre el miércoles santo,
el dolor hierve frío en una esquina oscura,
¡Cuánto pesa el olivo sobre su alma tan pura!
Y el amor no es amado mientras rifan su manto.
Sabe a pena este día, riega el nardo su encanto
y en la noche de infierno, que al cordero le augura
lo puedo ver clamando por tregua a su tortura,
lo puedo ver clamando: ¡piedad padre! En su llanto.
Bajo un cielo de espinas fue llevado entre muertos
que gritaban febriles a su paso sandeces
condenando entre clavos de tiniebla al león.
Sus amigos amados renegaron tres veces,
y su madre entre túnicas cubrió sus pies yertos
esperando sin duda por su fiel redención.