Ocio, anhelo tus tibias ramas
para cobijarme del inclemente sol.
Es verano y no puedo saciar este fuego
que me desgarra con fiereza.
Te necesito junto a la mansa soledad
para invocar a las sabias musas
que reposan en su recinto del Olimpo
En los Campos Elíseos
florecen tus manjares de oro,
allí donde habitan grandes genios
que forjaron las ideas de este mundo.
Yo también espero un poco de ti
en este desenfrenado Tártaro
donde los locos son el arquetipo
que moldea a la sociedad
y los antivalores se encumbran
más allá de la lógica y el sentido común
Eres el skholé anhelado por los antiguos griegos,
el cáliz donde se sirve el sacrosanto vino
del reposo filosófico,
el licor de la trascendencia y la creación
En estos días de cerebros exiguos,
de salvajes rutinas e ideas desérticas
es difícil encontrar tus oasis.
A veces percibo el aroma silvestre
de las flores que tu tibia brisa
acaricia en la pradera.
A veces te siento caminar a mi lado
y cómo tu mirada traspasa mis pensamientos
Otium, aquí te espero con mi pluma
y una hoja en blanco sedienta de letras.
Te espero junto a mi lámpara
y el silencio etéreo del escritor.
Te espero para plasmar mis versos…
para liberar a la poesía