Alma destrozada y agotada, se recupera poco a poco de la batalla, con la voz de tu corazón. Sí, se escucha desde aquí, a pesar de los kilómetros que nos distancian. Melodía perfecta, que me sé de memoria. Notas que van desde el más grave al más agudo pensamiento, revelando tus verdaderos deseos.
Pretensión que demuestras con pequeñas ojeadas, de unos ojos tristes. Y es que te busco y no te encuentro, perdiéndome en tu iris tratándose de un laberinto de colores y destellos de recuerdos inseguros. Solo tropiezo con muros, que se interponen entre tú y yo. Entre nuestra ansia, nuestro afán y nuestro anhelo.
Y es que, no puedo vacilar ante ti, pequeño soñador, de aspiraciones perdidas y desatendidas. Todo por tu culpa, pequeño corazón melifluo, que clamas tu respiro ¡Descansa! Mi alma ya te ha oído, y está tranquila. Solo dice que te quiere, de aquí hasta la celda de tu mente. Que te pide que sigas latiendo estridentemente, en señal de amor perenne.
Con esta métrica imperfecta, me despido de ti, que sé que lo estas leyendo, ojos tristes.