Callan los ojos cosidos del corpulento silencio,
se recuestan por la sangrada mortaja de la distancia.
Tengo apuñalada la tristeza, hasta los huesos enterrados
veinte dagas cadavéricas me clavan y me vuelven a sacar,
Relámpago intoxicado aguijoneando poliédrico corazón.
Tengo el pensar espinado por la saeta de la espera,
paranoica la tarde, se curva en el calvario de las heridas.
Calla el cráneo y la sangre de llanto rebosado,
una convulsión de dolor tiemblan en mis entrañas
a mi lado gritan y saltan rocas desdichadas contra el suelo.
Una buena hora otra vez surgirá
Crecerá la lírica en una luna adolescente
Y yo cual hierro en el temple me ablandaré.
En raudo vuelo atraparé nuestras blancas fantasías.
Nelly Herrera
Poeta Argentina
Hacedora Literaria