Recreo tu cuerpo en cada suspiro,
en cada susurro, en cada quejido,
descubro tu cuerpo en cada sonrisa
en cada te quiero, en cada caricia.
Desde hace mil siglos recorro tus sendas
exploro tus selvas, escalo tus cimas,
me vierto en tus mares, me veo en tus lunas
me pierdo en tus ojos de belleza impía.
Y cada mañana despierto en tu lecho
naciendo de nuevo desnudo y eterno,
regando tus flores, bebiendo en tu pecho,
muriendo en tu orgasmo, sembrando tu cuerpo
de estrellas, luceros, de espumas, de fuego,
de besos tempranos y temblores nuevos.