Durante largos años te olvidé.
Pero, más tarde, a veces, te acercabas,
casi irreconocible, buscándome.
El banco del jardín donde nos sentábamos
y el rojear fastuoso del otoño;
el cielo limpio entre las nubes desmoronándose
y el primer viento frío.
La línea de tu perfil se ha confundido
en una maraña de trazos esbozados.
La vida que podría haber vivido
asoma, como un fantasma, de noche, en mis sueños.