Las olas se movían suavemente,
lejana planeaba una gaviota,
sus alas se vestían terracota,
bruñidas por un sol resplandeciente.
La arena de la playa con blancura,
mostraba su vestido con encajes,
ropaje pasajero de paisajes
que forman las espumas con soltura.
Corría muy veloz un gris cangrejo,
buscaba presuroso, madriguera,
huía con temor a su trinchera,
su ansioso desenfreno fue el reflejo.
Soñaba una mujer mirando al mar,
la dama de la orquídea en el pelo,
sus ojos se llenaron del anhelo,
soñando de encontrar a quién amar.
Pasión limpia emanaba, su dulzura,
brotó como una nota musical,
arpegio melodioso sin igual
cubrió montaña y cielo con ternura.
Su centro cultivó los sentimientos,
salían con bondad, sin egoísmo,
tenía solo afecto, puro altruismo
de un noble ser, sin duda sus portentos.
La tarde colorida se marchaba,
la dama de la orquídea en el pelo,
seguía manteniendo su consuelo,
la noche sigilosa vigilaba.