Vi impreso en tu mirada
la agonía del pesar
¡valor! tu suerte estaba echada
siempre estuviste desamparada,
naciste predestinada
para sufrir y llorar.
Desde tus primeros años
paladeaste con dolor
la hiel de los engaños
todos te causaron daño
tú en cambio les diste amor.
Cuanto dolor, cuanta pena
tu alma estaba llena
de una amargura infinita.
Yo al verte sufrir tanto
me dije conteniendo el llanto.
pobrecita, pobrecita.
Pasó el tiempo, fuiste mía
y alabé por ello a Dios,
Él todo amor, armonía
juntó nuestras almas un día
y formó una de las dos.
¿Quién, te pregunté rendido,
te ha amado como yo?
Y murmuraste a mi oído
A mí nadie me ha querido,
nadie, tu nomás.
Un día, quién lo creyera
mi cariño te cansó
y, olvidando lo que yo era,
diste tu amor a un cualquiera
al primero que pasó.
No te lo reprocho, fue tu decisión
mas no soy nadie para juzgarte,
aunque he rehecho mi vida
por mucho tiempo sufrí.
Te confieso que todos los días
mirando al cielo
pido a Dios te dé por siempre
paz, vida y consuelo
aunque se olvide de mí.