Con qué mejor ocuparé mis manos
que con tus manos cálidas y hermosas:
como manojos de fragantes rosas
me das tus dedos sabios y artesanos.
Y qué mejor para mis ojos llanos
que tus miradas dulces y amorosas,
desparramadas siempre y olorosas
entre soles radiantes y cercanos.
Mi corazón activo con tus besos
y mi vida, activada, desperezo
al despertar más claro de la aurora.
Inclinado a tu amor y a sus excesos,
en cada beso, nuevo, el alba empiezo,
ocupándome en ti, hora tras hora.
Gonzaleja