Ser alfarero del metal es mi profesión.
Moldeo tesoros adolecientes de traición.
Recorro de Galilea el mar de pescadores
que destellan esperanza de sus miradas.
Expresan ilusiones vertiendo sus pobres
monedas en mi humilde saca.
El Sanedrín me requiere urgido.
Ofrece treinta monedas de plata por
nada..., un simple beso...
¿Qué vale la lealtad hacia una causa que
está sentenciada de muerte?
Es un trato razonable.
Él ya lo sabe. Lo comprende...