Cada parte de mi, te pertenece;
eres dueña de mis verbos,
dueña de mi sonrisa sola,
de mi aliento pausado por los años.
De lo que corre por mis venas;
esa sangre tan roja e intacta
por pasiones y ardores hacia ti.
Eres dueña de todo, de mi alma,
que solo espera, solo la unión
de todas la noches, ya sean negras,
o dulces y de amores con perfumes
de lirios del jardín de tu alma.
Si, señora, eres dueña de mis sueños,
de mis despertares, de mi cansancio,
Que vienen con los años;
de los años que te he amado.
Solo a ti te he amado, eres dueña
de mi fidelidad, de mis esperas
cuando no estás, de la mirada
en la distancia esperando tu regreso.
Eres dueña de todo mi delirio,
de toda pasión que envuelve mi alma,
de toda palabra que sale hacia ti.
De los pasos que transito buscándote.
Dueña de mis ojos, de mis labios,
ahora sin tus besos, sin olvidos.
Soy todo tuyo. Todo te pertenece,
hasta de mis tristezas y mis alegrías.