Santiago Miranda

Ptyx

 

Solía acurrucarme en envuelto tras los pliegues
De la nostalgia que eres; tus suaves piernas
(donde suave es condición necesaria de pierna) ahí
Aproximarme hacia la fuente, acercar al fin
La distante lejanía de lo real, reunir las piezas
La cabeza sobre tu vientre, ahí oír y reposar
Divisando el meollo del enigma marino, del charco
Primordial(; antes de su explosión inmanente)
La vida es un entrar constante en el pozo o la poza
Y ensuciarse algo más que las manos, condición
Suficiente, de rasgarse el velo irisdicente de los ojos
-pequeñas heridas donde entre la luz por acariciar
Lo todo, periferias trastornadas en únicos centros
Ejes del mundo desde donde conocer el resto
Del todo, por amalgamasar los fragmentos
/Desperdigados, en eterna vagabundeo hasta olvidar
Se a sí mismo -desde la diáspora a la parusía-/
A través del paso del tiempo, cristales hijos y herederos
Afilados de acentos y amores, cantan las cosas
El nombre del origen que no es sino toda posibilidad
De lo indecible, más prefiero gatear sobre el campo
Limpio y fértil, que es la belleza donde uno ama
Tras de la apariencia un laberinto, multitud
De seres microscopicos, dependiendo de la perspectiva
En este orbe reticular bien puede ser un heliotropo
Más en el vacío, agacho la cabeza, quizás duerma
Escuchando el mar a través de tu bajo vientre, oigo.