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La pesadumbre me escurre

La pesadumbre me escurre.
Se resbala por cada poro.
Se queda encadenada al alma.

El aliento de Dios me anima,
dice sus sabios consejos.
Se filtran en el viento.

Un ángel guardián me guarda
detiene mis manos.
Hace nula mi intención,
mi pasión por el suicidio.

El aliento se desmorona
en las acciones que veo.

El niño desmayado en la esquina
tiene la boca amarilla. Tiene hambre.

La señora que está besando al joven
mientras su marido se destruye por dinero.
Ese mismo señor que besa a otra
en los minutos de comida.
Tienen los dos a un hijo que es abusivo
que le pega a sus amigos, que golpea a su novia.

Veo que mi ángel hace un mayor esfuerzo
pero la basura en el río me dice “ven, no sabes nadar”.

Dos árboles secos me hacen sombra, trato de respirar.