Bendito aquel viernes de Excel,
en que hallé ese tierno mirabel,
una bella flor de mil bondades,
precioso ser con sus calidades.
Bendita aquella clase de Excel,
cuando allí la vi por primera vez,
un ser sereno de suave sonrisa,
tal como el mar mueve su brisa.
Bendita fue esa noche de Excel
en que vi entre un fresco vergel
a una flor de delicada elegancia,
tímido girasol de fina fragancia.
La conocí ese viernes de Excel,
mujer de óleo con suave pincel,
interrumpiendo mis días grises
pintándolos con vivos matices.
Y hoy, con un corazón sincero
le doy gracias al Dios del cielo,
por brindar de su fiel consuelo
y aliviar a este noble caballero.
Cuán grata se ha vuelto la vida
desde ese día que no se olvida
aquel bendito viernes de Excel
en que hallé a ese bello mirabel.